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Desde la fría selva de la Patagonia chilena, rodeada por glaciares y una gélida cordillera, duerme la leyenda de una isla que convive con la muerte.
Ubicada en la desembocadura del río Baker, a 3 kilómetros de la comuna de Tortel en la Región de Aysén, la Isla de los Muertos encierra una historia llena de misterio y desolación que se remonta al mes de septiembre de 1905, cuando 200 obreros chilotes viajaron en el Vapor Dalcahue a la zona, puesto que debían limpiar los terrenos y construir un camino que conectara el lugar con Argentina.
La Compañía Explotadora del Baker, empresa que contrató a los trabajadores, les encomendó abrirse paso entre la selva patagónica, y entonces armar galpones, corrales y oficinas para almacenar carne y lana que se exportaría a Argentina. Por esta razón, se les entregaron herramientas y alimentos, que serían renovados con frecuencia por otros barcos para que mantuvieran sus provisiones.
Sin embargo, algo extraño sucedió, puesto que los obreros fueron completamente abandonados al poco tiempo.
Pasaron los días, las semanas y los meses. Los hombres, con el alimento escaseando y el cansancio acumulándose en el cuerpo, comenzaron a experimentar extraños síntomas, como moretones en brazos y piernas, extrañas hemorragias y sangrado de encías, además de dolores de cabeza. Hasta que un día amanecieron siete trabajadores muertos y, en otra jornada, fallecieron 28.
De esta forma, los pocos sobrevivientes se vieron obligados a enterrar a sus compañeros en la misma isla, demarcando cada tumba con una simple cruz de ciprés.
Desde entonces, el recóndito y macabro cementerio, situado actualmente entre una espesa vegetación y un silencio ancestral, se convirtió en un atractivo turístico para los amantes del misterio y los lugares con historia.
Para llegar a esta isla se debe navegar el Río Baker desde Caleta Tortel durante 15 minutos. El lluvioso, por lo que se recomienda ir con impermeable y botas.
Antiguamente utilizada como base para un campamento de ingenieros de la Armada, Isla Dawson fue testigo de una serie de hechos que la marcaron para siempre.
Ubicada en el extremo sur de Chile, entre el Cabo Froward y el Canal Whiteside de la Región de Magallanes y la Antártica chilena, esta isla guarda el recuerdo del
16 de septiembre de 1973, cinco días después del golpe de Estado, cuando la Armada instaló en el lugar los campos de concentración de Río Chico y Compingin.
Así, alrededor de 400 presos políticos de la zona fueron llevados a la isla, en donde tuvieron que realizar trabajos forzados, como instalar postes, construir canales, y arreglar alambradas. Incluso les tocó sacar vegetales en descomposición desde un pantano, abrir canales y cargar sacos de ripio al hombro.
Además, a los detenidos se les obligaba a marchar como militares, y se efectuaban simulacros de fusilamientos y grandes despliegues de fuerza, como si algún día la isla fuese a ser atacada desde el exterior.
Por otra parte, fueron llevados a Dawson más de treinta dirigentes de la Unidad Popular, como Luis Corvalán, Clodomiro Almeyda, y Orlando Letelier.
Permanentemente azotado por el impío viento y las temperaturas bajo cero, el sector era –y sigue siendo- particularmente inhóspito. Una realidad que no se tomó en cuenta en el caso de los detenidos, quienes fueron llevados sin abrigo y en precarias condiciones. Tan mal vivían que, de hecho, el ex ministro del Interior y Defensa, José Tohá, regresó enfermo a Santiago en febrero de 1974. Desnutrido y debilitado, falleció días después.
El Campo de Concentración cerró en octubre de 1974, y en el año 2010 algunos lugares emblemáticos fuerom declarado Monumento Nacional por el Ministerio de Educación.
Hasta el día de hoy, Isla Dawson es visitada por turistas que quieren conocer en persona una zona cargada de tormento e historia.
A 52 km. de Iquique, en plena Pampa, este lugar desprende un halo de misterio.
Erigiéndose aún como uno de los pocos vestigios que quedan de la época dorada del salitre en el siglo XIX, el pueblo donde se ubica la Salitrera Humberstone, declarada Monumento Nacional- ha sido calificado como una verdadera ciudad fantasma.
Al llegar al sector, se puede encontrar también una iglesia, un vetusto teatro, y una antigua estación de trenes.
Actualmente, muchos turistas visitan Humberstone, intrigados por los innumerables reportes de fenómenos paranormales.
Por ejemplo, en las oscuras cámaras frigoríficas de la pulpería que está dentro de la añosa oficina salitrera, hay quienes han visto deambulando un espíritu vestido con un delantal blanco. Incluso, hace algunos años, tres oficiales de la Fach que visitaban el lugar aseguraron haberlo visto.
De la misma forma, se dice que a veces en estas mismas cámaras surge un fuerte olor a carne, algo preocupante e inusual si se considera que allí no se guardan alimentos desde hace más de 70 años…
Por otra parte, se han registrado varias psicofonías, o sonidos del más allá, en medio del silencio espectral del teatro de Humberstone. Muchos visitantes insisten que en las grabaciones se repite el lamento de una niña desconsolada.
Los mitos suman y siguen, y llevan al espectro más temido por quienes conocen su historia: dicen que el fantasma de una mujer que murió arrollada por salvar la vida a su hijo que jugaba en las vías del tren, se materializa y aún pregunta por su pequeño, para luego desaparecer sin explicación en la vieja estación.
Ubicada en Isla de Pascua, a 26 km. del norte de Hanga Roa y muy próxima a la orilla del mar, aparece una gran piedra redonda que representa el ombligo del mundo.
De hecho, los pascuenses llaman así a la isla, traducida literalmente como “Útero o centro de la tierra o del universo”.
Alrededor de la piedra se han dispuesto varias rocas más altas, que la protegen. Y, aún más cerca de Tepito Tenhenua, hay cuatro piedras pequeñas que representan los puntos cardinales.
Lo interesante de este objeto natural es que se le atribuyen propiedades místicas y electromagnéticas. Los visitantes se aproximan y la tocan para cargarse de la energía protectora de la isla.
Asimismo, es bastante común que los turistas acerquen una brújula a la piedra. Al hacerlo, el instrumento pareciera “volverse loco”, porque gira en una dirección y otra, y vuelve a la normalidad cuando se aleja de la roca.
Algunos explican que esto sucede porque ese pequeño sector es, justamente, el ombligo del mundo, donde no hay puntos cardinales. De todas formas, Tepito Tenhenua es hoy un imperdible de Isla de Pascua.
Chinchorro fue una cultura muy interesante que habitó el desierto de Atacama, y que hace 7.000 años mantenía la tradición de preservar a sus fallecidos. Incluso dos mil años antes que los egipcios, estos inusuales antepasados realizaban las primeras momificaciones del mundo.
En la actualidad, las momias de Chinchorro se encuentran en el Museo Arqueológico San Miguel de Azapa, en la región de Tarapacá, donde se puede apreciar y conocer parte de la vida que llevaba este antiguo pueblo nómade, quienes eran hábiles pescadores y mejores momificadores.
El procedimiento de preservación comenzaba por extraer las vísceras y componentes blandos del cuerpo, para luego rellenar con otros materiales, respetando la anatomía y el volumen de los difuntos.
Así, se diferenciaban en momias negras, rojas, y vendadas. Además de la excelente conservación hasta hoy, llama la atención la gran cantidad de bebés preservados de esta forma, lo que se explica con los abortos masivos que sufrían las mujeres, supuestamente por beber agua de los ríos que, entonces, arrastraban consigo metales pesados.
Atravesando la Reserva Nacional Altos de Lircay en la Región del Maule, se llega a un sector conocido como “El Enladrillado”, un lugar del que no se conoce exactamente su origen, y al que lugareños y visitantes le otorgan su creación a una antigua civilización americana, que lo construyó como pista de aterrizaje para objetos voladores no identificados (ovnis).
Tal cual. Esta planicie compuesta por gigantes ladrillos, está sobre un cerro triangular, y apunta hacia el volcán Descabezado Grande.
Es tanta la curiosidad que genera este sitio, que incluso se arriendan caballos en la entrada de la Reserva Nacional, algo que es bastante recomendable, ya que la caminata puede extenderse por cerca de nueve horas.
Se recomienda llevar cámara de fotos. Quién sabe si logra establecer un contacto del tercer tipo…
Los faldeos del volcán Antuco, en la VIII Región del Biobío, albergan un perturbador recuerdo. Y es que, desde el fatídico 18 de mayo de 2005, ese lugar quedó marcado con el dolor.
Todo comenzó en abril de ese año, con el ingreso de 400 hombres al Regimiento Reforzado nº17 “Los Ángeles” del Ejército de Chile, un grupo compuesto en su mayoría por jóvenes que se presentaron voluntariamente para hacer carrera como soldados del Ejército.
Los días transcurrieron con normalidad, hasta que en una de las salidas desde el refugio Los Barros, hacia una de las tradicionales expediciones a la zona cordillerana de Antuco, las condiciones del tiempo comenzaron a empeorar, para desgracia de dos compañías del regimiento que luchaban contra un frío de
-10ºCelsius y una intensa tormenta de nieve.
A pesar de no contar con ropa necesaria para enfrentar esas condiciones extremas, el comandante del batallón los envió de todos modos, sin siquiera imaginar que 44 soldados conscriptos y un sargento fallecerían, congelados en plena marcha.
Desde entonces, el hecho comenzó a conocerse como la Tragedia de Antuco, conmoviendo a la opinión pública, y desde el 2011 existe una imponente escultura memorial a esta triste pérdida, en el sector de Los Barros de la zona.
Por esta razón, se ha convertido también en un punto de interés turístico para quienes visitan Antuco, quienes llegan con respeto hasta ese lugar para tomar fotos y, además, reflexionar.
Cuenta la leyenda que en el año 1841, una joven argentina nacida en San Juan llamada María Antonia Deolinda Correa, casada con uno de los sobrinos del gobernador federal de la época, se lanzó a una desesperada búsqueda por su esposo, quien había sido capturado por un despiadado general y caudillo, en un momento de fuerte tensión política que atravesaba el país.
De esta forma, la mujer tomó a su pequeño hijo en brazos, y haciéndose de provisiones, corrió por el desierto de la zona, siguiendo la ruta del ejército que llevaba prisionero a su esposo.
En el largo transcurso de su travesía para intentar salvar a su amor, la mujer consumió junto a su niño todo el alimento y bebida que llevaban, hasta que, el cuerpo extenuado de Deolinda sucumbió ante el excesivo y la falta de hidratación, falleciendo en medio del desierto.
Se dice que unos arrieros la encontraron y quedaron conmovidos ante la visión de una joven y hermosa mujer, cuyo cadáver protegía a su bebé que se había aferrado a su pecho para amamantarse, aún después de fallecer su madre.
De esa forma, los arrieros la sepultaron con piedad y respeto en el lugar, dejando sobre su tumba una sencilla cruz con las palabras “Difunta Correa”, porque llevaba una medalla con ese apellido.
Desde entonces, y con el pasar de los años, la leyenda ha provocado devoción tanto en Argentina como en Chile, ya que el actual Santuario de la Difunta Correa (compuesta por 15 capillas pequeñas y una principal) se encuentra muy cercana a la frontera de ambos países, próxima al Paso Los Libertadores, exactamente en la Ruta Nacional argentina Nº20, sobre el km. 62.
Tanto es así, que se considera un imperdible turístico para quienes pasan cerca de San Juan, y es tradicional que -alrededor de una estatua que rememora a Deolinda y su bebé tomando de su leche- los visitantes dejen todo tipo de ofrendas: desde ropa de bebé, chupetes, mamaderas y juguetes, hasta botellas con agua, algunas pequeñas joyas y plaquitas de agradecimiento por favores concedidos.
El norte de nuestro país se enlutó en agosto de 2008, cuando unas escolares del Colegio Cumbres de Santiago fallecieron en un accidente de tránsito en el kilómetro 135 de la Ruta CH11, que une Putre con Bolivia, mientras participaban de una actividad de misiones que el establecimiento había programado.
Trágicamente, el bus donde viajaban las jóvenes del curso Segundo Medio D, volcó en el sector y costó la vida de nueve niñas, una noticia que entristeció tanto a sus parientes, como al país.
Al año siguiente del fatal suceso, se inauguró un memorial en el sitio del accidente, donde se erige la figura de la Virgen María.
El lugar es visitado hasta el día de hoy, pues camioneros, conductores y todo tipo de turistas prenden una vela, ofrecen oraciones o dejan flores en recuerdo de las niñas y su eterno descanso.
A 124 km. al norte de Punta Arenas, en la costa occidental del Estrecho de Magallanes, se encuentra la estancia San Gregorio.
En sus tiempos mozos, allá por 1876, este tipo específico de construcción era la más grande de Chile. Diseñada por un arquitecto francés para la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego de la época, tenía una ubicación privilegiada, al lado de un tren y un muelle.
La que alguna vez fue una estancia equipada con todas las comodidades, quedó fuera de operaciones desde el año 1932, momento en que quedó abandonada.
Sin embargo, el lugar no pasó al olvido. Con el tiempo, se comenzó a correr la voz acerca de espíritus y hechos paranormales que se presentaban allí.
Los reportes van desde el espectro de una anciana que aparece tras los vidrios quebrados de las ventanas, hasta ruidos de pasos sobre los pisos de madera sin nadie al interior de la casona, o puertas que se abren y cierran inexplicablemente. Además, hay quienes comentan que incluso pueden oírse voces del más allá.
Todo este misterio es un verdadero centro de atracción para los turistas que visitan esta zona de Punta Arenas, y se convierte en un panorama alternativo para quienes disfrutan con antiguas construcciones e historias de fantasmas.
Años de tradición se encuentran detrás de este gran Patrimonio Cultural de nuestro país, que se ubica en el casco histórico de Santiago, entre las calles Moneda, Teatinos, Morandé y Alameda.
Originalmente construida para acuñar la moneda de la época, fue finalmente reedificada y utilizada como edificio de sede del Gobierno en 1845, tras la orden del entonces presidente, Manuel Bulnes.
A pesar de su perfecta mantención y hermosa arquitectura, el Palacio de La Moneda muchas veces es frecuentado por turistas que se sienten atraídos por una historia en particular: el fallecimiento del ex presidente Salvador Allende, en pleno Golpe de Estado de 1973.
De esta forma, no es extraño ver a extranjeros o incluso curiosos compatriotas con cámaras fotográficas dentro de los sectores abiertos a público del Palacio, y más de alguno pregunta, motivado tal vez por la curiosidad, si aún se sientenComparte Chile365
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